La palabra escrita nos sitúa en la eternidad.

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jueves, 2 de enero de 2025

 


La cuscuta

Novela.

Jacqueline Sellan Bodin




Sombreando la profundidad de sus ojos oscuros, una pamela de paja enarbola su bastión contra los próximos calores del mediodía. Sobre sus pantalones violáceos, sobre su blusa blanca, sobre los bordados multicolores del cuello y de las mangas, las benignas luces de la mañana pintan y despintan retazos de claridad acuosa. Pasea una mirada soñadora por la brumosa masa de cerros azules que se diluyen a lo lejos. Corta, de la rama baja de una higuera, tres frutos móviles y prietos. De la enramada brota la música alocada de una cigarra y unas pálidas libélulas revolotean a la sombra de los frutales.  (Fragmento del primer capítulo.)


Casi siempre en mis novelas estoy por ahí metida, a veces encarnando un personaje principal, a veces como una voz en of o algún personaje secundario que observa. Tal vez porque de ese modo me conecto más profundamente con la historia. En esta novela apocalíptica, motivada por los acontecimientos actuales y otros no tan actuales, y por otros acontecimientos que podemos anticipar, no podía Alexia dejar de ser yo misma. Y mis desayunos favoritos, de frutas. Un inicio idílico antes de entrar a la pesadilla.

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