La palabra escrita nos sitúa en la eternidad.

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miércoles, 25 de diciembre de 2024

 

 


En una noche.

 

Me paso así las horas, sintiendo la caricia del sol. Primero, por el Este, asoma el astro de luz y me despierta. Dormir, lo que se llama dormir, nunca duermo. La noche transcurre en un largo duermevela. Cuando hay luna llena, no. La luna me desvela. Pero cuando sólo hay nubes o estrellas, entro en una especie de entumecimiento parecido al sopor o a la muerte.

Entonces amanece, y, antes que la claridad rompa del todo el gris profundo de la madrugada, los cantos de los pajarillos me conmueven con un recuerdo de nidos. Es un recuerdo imposible. No conozco los nidos. Quizás están inscritos en mi ADN los nidos que conocieron mis abuelos.

Y ayer, desde temprano, las sentí sobre mí. Desde lo alejado de mis pies hasta lo más alto. Un cosquilleo incesante, primero, recorriéndome.

Y luego comenzaron a cortar mis hojas, las mayores. ¡Ah! ¡Si tuviera una voz! Pero he nacido sin ella. Y después las más nuevas, las pequeñitas, las que aún no habían tenido tiempo de abrirse a otear el horizonte. Las cortaron. Las cortaron sin piedad. ¡Ah! ¡Si hubiera tenido una voz, cómo les gritaba, les decía que no, que se vayan, que me dejen en paz! Se las llevaban a la espalda sin más, como si tuvieran derecho, seguras de mi indefensión, de mi impotencia.

A veces el viento me presta su balanceo y me hago a la idea que me muevo, pero no, nací sin movimiento, y estoy anclado al suelo pardo y aunque mis raíces pueden crecer y ahondar las rocas y alargarse varios metros bajo tierra, a la vez me encadenan a estar inerme bajo las amenazas y los castigos.

Así fue cómo se las llevaron. Una por una. Pedazo por pedazo. En filas incansables por mi tronco, ayudándose unas a otras, esa tribu de hormigas que hasta ayer yo creía mis hermanas, como es hermana la hierba y el manzano a mi lado y el chascón sapindus recién nacido.

Y ¿qué es un olivo sin la recia verdura de sus hojas? Una simple arboladura gris que casi se confunde con los leños muertos caídos a mis pies.

En una sola noche de insomnio y pesadilla.


Del libro "Pequeñas voces olvidadas"

Está en Amazon. O en pdf, al +56  949878925







 


 

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