Nacen y
mueren los soles
y toda
nuestra vida cabe en una efímera noche.
Después,
nadie sabrá que hemos vivido.
Nuestras
obras, las grandes y las pequeñas,
entrarán en
el vértigo de este carrusel sin
memoria.
Incluso tú,
inmenso, eterno mar,
serás un
mudo diamante de plata
que
recogerá vagamente la luz de las viejas
estrellas.
Mientras,
en alguna ignota galaxia,
murmurando
sus primeros sonidos,
un pobre
ser, minúsculo, ignorado,
creerá que
es el centro del amor de sus dioses.
Del libro "Profundos Arenales".
Jacqueline Sellan Bodin.
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