MARTITA
Fue antes, mucho
antes, cuando aún no estaba el muñeco apoyado en la baranda mirando con sus
nostálgicos ojos azules, con los colores de la cara diluidos por la intemperie
y vestido con su uniforme que alguna invisible mano se ocupa de renovar y
mantener en buen estado, lavado y planchado después de las tormentas de verano,
lavado y planchado cada día en el tiempo de lluvias que parece ser todo el
tiempo en este sur inhóspito y bipolar.
Durante el día, el
agua lo empapa y gotea por su rostro como un llanto que nada estanca. Cada
madrugada, esas manos misteriosas le quitan la ropa mojada, le ponen un
uniforme seco, recién planchado, y lo vuelven a dejar acodado al balcón, bajo
la lluvia.
Me oprime el
corazón ver ese muñeco, casi un niño, condenado al frío glacial de las noches,
a los tétricos amaneceres invernales o a los implacables calores del medio-día
de verano, mirando invariablemente hacia el Este, día tras día, para cumplir el rito de una enfermiza memoria.
Pero no es de ese
muñeco de quien quiero hablarte, sino de la verdadera razón de su presencia,
que supe porque lo relató muchas veces mi tía. Le gustaba siempre hablar de
eso, parecía que la desgracia ajena la liberara un poco de la propia. (Fragmento)
Jacqueline Sellan Bodin
Presentación de la novela "Martita", en Octubre del 2021, en la Casa de Cultura Francisco Bernal, en Zitácuaro.
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