PURÉ DE ARVEJAS
(cuentos)
Jacqueline Sellan Bodin
Este es uno de los cuentos que aparece en esa antología.
Nouilles aux
fines herbes.
A mi querido amigo Jaime Silva
in memoriam.
Jaime pasaba por un período de
pobreza, uno de tantos, matizado con otros de opulencia, como es habitual en
casi todos los que nos dedicamos al arte en cualquiera de sus manifestaciones. Llevaba
ya tres meses sin percibir sueldo ni honorarios de ninguna especie, y, mientras
esperaba que estuviera a punto el estreno de su última obra, sus pocos ahorros
estaban tocando fondo.
Pero eso no influía en su
hospitalidad ya que nuestra amistad podía soportar esos reveses de fortuna. La
mía también andaba del revés por esos días. Así que me invitó a almorzar.
Era un domingo, de esos
aburridos y soleados domingos de Santiago a medio día.
Cuando toqué a la puerta me
salieron a recibir cuatro miniaturas de gato entre garras, carreras locas y
saltos de acróbatas.
-
¡Me tienen loco! –
fue su grito de bienvenida – me destruyen todo, he tenido que retirar todos los
adornos de las repisas.
Yo saqué cuentas: cuatro… no
eran nada al lado de los diez que paseó en su auto a todo lo ancho y largo de España
en los años del éxito y del exilio. Así que sonreí diciéndole:
-
Son bonitos.
-
Ah, sí, ¡son
hermosos!- y se lanzó en un verdadero ditirambo acerca de los gatos que duró
una buena media hora.
De pronto, ahogando una
exclamación, corrió a la cocina.
La olla donde hervían los
tallarines se estaba derramando. Levantó la tapa, mordió una pasta, aprobó con
la cabeza, apagó el gas y se llevó la olla hasta el lavaplatos donde tenía ya
preparado un colador plástico de tres patas.
-
Hace una semana
que como fideos - me confió - al aceite, a la mantequilla…
Traía la fuente de tallarines
humeantes, relucientes de aceite, verdes de perejil.
La depositó sobre la mesa
igual que el cocinero del rey presentando un ciervo relleno:
-
Nouilles
aux fines herbes – anunció.
El aroma del perejil flotó a
nuestro alrededor. En la jarra llena de agua clara, algunas gotitas pegadas al
borde lanzaban destellos irisados.
En silencio religioso, nos
sentamos a la mesa con la sensación de
asistir a un banquete.
2012.
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