La gota blanca
I
La mano que me recogió cuando me caí del nido es la
misma que trata de darme esta cosa blanca que no conozco. Es líquida. Se
desliza por mi lengua. No es mala. Para ser sincero, es muy buena. Esa mano
pertenece a un ser muy grande. Nunca había visto un ser tan grande. En realidad
nunca lo veo entero, veo pedazos: su mano, su ojo, su pelo. Ahora es su mano
con una brizna de pasto y esa gota blanca. Mis padres nunca me habían dado algo
así. Aunque de todos modos los echo de menos.
II
Hace ya dos puestas de sol que este ser me alimenta. A
veces con esa gota blanca, a veces con unos pedacitos también blancos. Hace
sonidos: “Come tu pancito”. No puedo repetirlos. Echo de menos a mis padres y a
mis hermanitos, aunque ya no tanto como la primera vez. La comida que me da es
muy rica. Ya me acostumbré a ella, y casi no me dan miedo ni su tamaño ni los
sonidos raros y diferentes que hace.
III
Hoy me puso sobre su dedo y me hizo saltar sobre la
mesa. “Vuela, vuela”. Creo que ese canto
significa que debo mover las alas. Las muevo desordenadamente. A veces logro moverlas en forma coordinada y entonces
el aire me sostiene. Es una sensación maravillosa, de libertad, de fuerza. Es
algo nuevo y a la vez me parece tan conocido.
IV
Hoy el aire me sostuvo y me llevó consigo muy arriba,
hasta el hombro de ese ser, donde me pude posar y acariciarle la cara con mi
cabeza. “Vuela, hermoso, vuela” me dice, y me lleva entre sus manos abiertas
hasta el árbol grande, ese donde estaba mi nido. Pero ya mis padres se han ido
y mis hermanitos con ellos. Me eleva hasta una rama y me deposita en ella.
“Vuela, precioso, vuela”. Abro mis alas y esta vez el viento me alza hasta
tocar el cielo, y todo es tan hermoso que canto desde mi corazón, desde el
centro de mis plumas. Vuelo, vuelo por sobre su cabeza, miro desde arriba su
sonrisa feliz y comprendo. ¡Adiós! le grito y me alejo bailando en medio de las
nubes. Y a pesar de la alegría que siento, sé que a veces echaré de menos sus
manos, su canto y esas gotas blancas que me alimentaron hasta que pude volar.
Jacqueline Sellan Bodin.
"La gota blanca" aparece en la antología de cuentos y relatos de autores latinoamericanos, publicada por Alan Eduardo Carrillo Cenicero en el 2024.
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