"Por ahí se adentran, ella y Julián,
confundiéndose con esa multitud que se encamina hacia “el jardín chiquito”, o
“el jardín de las flores” como les ha dado en llamarlo, aunque no hay muchas
flores y sí, es bastante más pequeño que la plaza.
Desde el kiosco central, parten, como los
radios de un círculo, varios paseos con sus respectivos bancos. Hoy, estos paseos están abarrotados con
puestos de vendedores de adornos navideños: estrellas y esferas multicolores,
árboles de plástico de varios tamaños, luces, -
musicales y silenciosas -, renos de ratán tiesos y circunspectos, nochebuenas
de plástico."
El reflejo cóncavo, novela.
Jacqueline Sellan Bodin