La palabra escrita nos sitúa en la eternidad.

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lunes, 10 de febrero de 2025

 



El olivo

(cuento)


En esa silla se ha vuelto a sentar.

Hace una eternidad, le parece, su existencia no tiene otro objeto que el de sentarse bajo el techo verde del olivo a contemplar la invariable carretera y su afluencia monótona de coches.

Como una mosca atrapada en una tela de araña, se mueve, intranquilo.

Desde que se jubiló, no ha hecho otra cosa que venir a sentarse en esa silla de plástico blanca, incongruente en medio del paisaje campestre.

Ya ha cumplido. Ha trabajado toda su vida, ya debiera sentirse tranquilo.

Sin embargo algo le inquieta, inexplicable pero muy presente, algo a lo que no le sabría poner palabras. Una sensación. Un vacío.

Le parece que su vida ha acabado, que en realidad ya está muerto, - aunque no podría recordar bajo qué circunstancias - y que es sólo su pensamiento el que se sienta bajo el árbol centenario a contemplar el polvo que levantan los autos al pasar, los días de duro sol.

Desde la carretera el joven que va al volante mira con  asombro la silla vacía.

Por un momento, una fracción de segundos, le había parecido ver a un anciano sentado allí, bajo la verde enramada del olivo.


De Ausencias.  Jacqueline Sellan Bodin.

 

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