La palabra escrita nos sitúa en la eternidad.

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sábado, 23 de noviembre de 2024

 




La sesión fotográfica.

A orillas de la presa toda una tribu de minúsculas ranas de esmeralda se afana. Hiperkinéticas, compiten con los saltamontes, a quién logra la brizna más cómoda, la hoja más mullida. Acerco mi mano a una de ellas. Con su patita se aferra a mi dedo, y, sin ningún temor, se me instala en la palma. Es tan pequeña que cabría entera en la falange de mi meñique. Es helada. Su garganta late, levemente teñida de rosa. En ese incendio verde de su piel, parece esculpida. Se mueve un poco, se acomoda, me mira con curiosidad.

-          Eres hermosa - le digo - eres preciosa.

Se diría que me escucha atentamente. Le tomamos varias fotos. Tímida, hurta la cara a la cámara. Luego, cansada de posar, salta a la hierba donde se confunde con cien pequeñas joyas, sus hermanas.

Jacqueline Sellan Bodin

Del libro de cuentos "Puré de arvejas".

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