La palabra escrita nos sitúa en la eternidad.

La palabra escrita nos sitúa en la eternidad.
La palabra escrita nos sitúa en la eternidad.

martes, 19 de noviembre de 2024

4.- Ocaso.

 

 

A

tila ensangrentado  galopa a la cabeza de su ejército.

Su espada reluce al sol del mediodía. La sombra de su caballo se arrastra bajo él, pisoteada y deshecha. A su espalda, el paisaje de la guerra: mujeres despanzurradas envueltas en sus propias entrañas, recién nacidos aullantes ensartados en la punta de las lanzas, cabezas barbudas rodando entre los cascos de los caballos.

El atardecer lo acoge en su campamento. Bajo la tienda, donde la soledad hostil del poder pinta fantasmas de miedo y de traición, Atila duerme sobresaltado.

Sueña que camina en un lodazal de sangre donde sus botas se hunden hasta el borde. Sueña con ropas impregnadas del acre olor de las batallas, con el fuego tibio de las hogueras en las acampadas y con el denso humo pestilente de las ciudades quemadas. Lo hechizan largas cabelleras de sangre y fuego. Sueña unos ojos claros donde lavar el dolor y la rabia. Sueña una mano amada alargándole una copa. Siente en su interior la serpiente irremediable del veneno.

Atila abre los ojos, pero es demasiado tarde.

Entonces comprende que jamás ha soñado.

                                                                                       Del libro: 21 cuentos y un arcano.

Jacqueline Sellan Bodin.

Compra el libro en pdf, a través de mi WhatsApp: +56 949878925.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

  El olivo (cuento) En esa silla se ha vuelto a sentar. Hace una eternidad, le parece, su existencia no tiene otro objeto que el de sentar...