La palabra escrita nos sitúa en la eternidad.

La palabra escrita nos sitúa en la eternidad.
La palabra escrita nos sitúa en la eternidad.

miércoles, 8 de enero de 2025














Paso de largo, llevando pequeñas basuras que se enredan en mis juncos, que quedan flotando, dando tumbos y volteretas de borracho entre las matas tiesas que crecen en mi orilla, llevando en la correntada las hojas caídas de los árboles que se miran en mis aguas, llevando los botes veloces que los remeros creen manejar a su antojo, llevando el reflejo de un cielo amarillento y trémulo, llevando el otoño. Llevando mucho más que el otoño.



(fragmento de la última parte)



En Amazon.





El agua, la que cae del cielo, la que corre a nuestros pies, la que se encharca en pozas en la calle, la que rebota sobre el nylon del paraguas, la que lava, la que deshace las pesadillas o que las causa, no puede estar ausente de mis historias. Han nacido del agua. De mirar incesantemente caer la lluvia. De pasear por las orillas de los muchos ríos de mi infancia: El Aysén, el Simpson, el Baker. Y un poco más al norte, el Caucau, el Calle-calle, el Cruces, el Tornagaleones. Y el subterráneo Catrico que lleva, en sus aguas oscuras y silenciosas, quién sabe qué crímenes secretos y secretos amores. No, no puede el agua estar ausente de mis historias. 



 



 



 





No hay comentarios:

Publicar un comentario

  El olivo (cuento) En esa silla se ha vuelto a sentar. Hace una eternidad, le parece, su existencia no tiene otro objeto que el de sentar...